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la mentira energética: vivir en Roma o en Uruk

¿Queremos vivir en un modelo autárquico y local, o queremos mantener el modelo de bienestar de forma sostenible? No hay respuesta sin número

Joan Vila

Gemma Calvet publicó un artículo con el mismo título: la mentira energética. Es un texto importante porque, más allá de su punto de vista, agrupa determinadas ideas que comparte una parte de la población y que conforman el ideario de partidos como ERC, CUP y Podem-Comuns. En él explica que las renovables son clave para el país y viene a decir que con autoconsumo ya es suficiente para resolver el problema.

Ella cree que no hacen falta “macroparques” renovables y lo acompaña con falsedades, como que Alemania ha frenado los grandes parques, cuando acaba de inaugurar uno de 605 MW, una dimensión que en Catalunya ni siquiera soñamos. O bien que Francia ha retrocedido en grandes proyectos renovables, cuando frente al Cabo de Creus, por el lado de la frontera francesa, está proyectando un parque eólico muy similar al de Roses, en un intento acelerado de resolver las complejidades de su sistema nuclear.

El problema de la señora Calvet y de todos los que piensan así, es que para ellos la energía no es ninguna preocupación: aprietan el interruptor y se enciende la luz, ponen la calefacción y en poco tiempo tienen calor, van a la gasolinera y ponen gasolina, abren el grifo y sale agua, van al supermercado y compran kiwis de Nueva Zelanda. Son incapaces de ver que todo esto es energía que habrá que generar de forma renovable.

Nuestros antepasados ​​cazadores recolectores vivían con algo más de 4,5 kWh/día por persona, los primeros agricultores, hace 10.000 años, vivían con 7 kWh/día.p, cuando descubrieron el bronce (Uruk) vivían con 13 kWh /día.p, cuando se inventó el hierro vivían con 22 kWh/día.p, y los romanos necesitaban 36 kWh/día.p. En 1800 en Londres necesitaban 44 kWh/día.pía la misma ciudad en 1900 debían tener 107 kWh/día.p.

En las comarcas de Girona vivimos 792.661 personas que, si tuviéramos el consumo de una economía exclusivamente agraria como la de Roma, necesitaríamos 10,4 TWh. Hoy, en cambio, la energía que requieren las comarcas de Girona es de 16,3 TWh por transporte, 2,7 TWh con gas natural y 4,3 TWh en forma eléctrica. En total, la energía que se utiliza directamente es de 23,3 TWh, más del doble de la que necesitaban los romanos. La pregunta que siempre se hace es si podemos vivir con menos energía sin volver a la prehistoria. ¡Por supuesto! Si el transporte lo pasamos todo a eléctrico, en lugar de 16,3 TWh necesitaremos 4,9 TWh de energía eléctrica, dado que el motor eléctrico es mucho más eficiente. Si el gas de la climatización doméstica y del sector terciario lo pasamos a bombas de calor, descenderemos desde 1,54 TWh a 0,54 TWh; deberemos mantener 1,12 TWh de biometano que la industria necesita para alcanzar elevadas temperaturas. Por último la electricidad se reducirá por mejora de eficiencia y control. Esto sin contemplar que la nueva inteligencia artificial es muy ávida en electricidad, como también lo son las nuevas necesidades en desaladoras. En total, el consumo eléctrico que necesitarán las comarcas de Girona en 2050, con una economía como la actual, será de 5,44 TWh, más 1,12 TWh en forma de biometano. A esto hay que añadirle la energía que viene inducida en los productos y servicios (aeropuerto, universidades, hospitales) que compramos fuera, otros 5 TWh. Por tanto, las comarcas de Girona deben generar de forma renovable 10,44 TWh eléctricos y 1,12 TWh en biometano para ser sostenibles con el modelo de bienestar que tenemos ahora. ¡Semejante a la energía de Roma!

¿Y cómo lo estamos haciendo? Hoy la energía fotovoltaica en los tejados en la provincia es de 0,14 TWh y la hidroeléctrica es de 0,22 TWh, un total renovable de 0,36 TWh, el 1,6% de la energía que se consume ahora. Con este desaguisado hay que hablar de parques como el de Roses, que aportaría 5,4 TWh (si fuera de una potencia de 1,2 GW), de los 8 parques eólicos del Alt Empordà que generarían 0,8 TWh, de 20 parques fotovoltaicos que generarían 1,6 TWh, y de las 10 plantas de biometano que podrían aportar 0,7 TWh en forma de gas. Con todo esto no llegamos a cubrir las necesidades energéticas del territorio, que significa que todavía deberemos seguir importando energía de otros lugares, muy lejos de pensar que la energía de aquí se exportará a otros lugares.

Cierto, hay otra forma de hacer, completamente local. Si los turistas dejan de venir, si las empresas no exportan, si lo que comemos y necesitamos nos lo generamos en el territorio, necesitaremos sólo 0,8 TWh en transporte, 1,8 TWh en industria, 1,7 TWh en doméstico y unos 0,4 TWh por el sector primario. En total lo mínimo para vivir puede ser de alrededor de 4,7 TWh de los cuales absolutamente todos (?) los tejados de las comarcas de Girona podrían generar 3 TWh. Junto al biometano podríamos aproximarnos a las necesidades de una economía local y autárquica, sin visitantes extranjeros, ni de Barcelona, ​​sin exportar ni importar nada, la misma energía que necesitaban en Uruk en el año 3000 antes de Cristo.

Cuando estudié en la universidad de Grenoble tuve un gran profesor llamado Mr Charuel. La frase que más recuerdo de él es: si un fenómeno que debe gestionarse, no tiene un número, no existe. Esto es lo que ocurre con el debate de transición energética: sin números es hablar del sexo de los ángeles y abre la puerta a decir cosas inexactas o directamente mentiras, siempre inmersas en la demagogia. El debate se ciñe a una pregunta: ¿queremos vivir en un modelo autárquico y local, o queremos mantener el modelo de bienestar de forma sostenible? No hay respuesta sin número. Roma o Uruk.

https://www.jvila.cat/ca/?p=2849

 

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