Ha empezado a circular con fuerza en estos últimos tiempos el concepto de la ciudad de los quince minutos
Los objetivos de una política pública de movilidad son los de satisfacer las necesidades de accesibilidad y movilidad de nuestros ciudadanos de la forma más eficiente posible. Pero hasta hoy, no hemos visto en España una auténtica política pública de movilidad, ya que desde las administraciones lo que principalmente se ha hecho ha sido promover el desplazamiento en vehículo privado mediante la construcción de miles de kilómetros de autovías y carreteras. La administración siempre dio por sentado que el coche, el vehículo privado, era y es el sistema universal de transporte que nos garantiza un desplazamiento puerta a puerta de una manera eficiente.
Pero ¿es cierto que el coche es el vehículo que da acceso universal ? En absoluto. El 50% de la población española no tiene acceso universal al coche. Eso se debe a circunstancias como que menos del 60% de mujeres poseen permiso de conducir, por no disponer de un coche en casa, por ser menores de edad, por ser demasiado mayores o porque el único coche existente se lo lleva un miembro de la familia, normalmente el padre de la familia. La falta de acceso al coche se concentra en mujeres, emigrantes extracomunitarios, menores de 18 años y gente mayor. Por tanto, buscar un modelo de accesibilidad de universal basado en el uso del automóvil margina a la mitad de la población del país. Es un error político de campeonato.
España es, desde hace bastantes años, entre los países europeos, el que tiene la mejor dotación de carreteras, por habitante o por km². Ya se sabe que muchas carreteras y autovías tienen tráficos ridículos, pero aún así se siguen invirtiendo una enormidad de recursos públicos en su extensión.
También se ha invertido mucho en líneas ferroviarias de alta velocidad, hasta el punto de que España es el país de Europa con la red más extensa en este capítulo. Aunque también con la más baja densidad de circulación de trenes.
España es un país que gusta de construir e inaugurar infraestructuras, de las más caras de Europa, aunque luego pocos se preocupan de si circulan muchos trenes o automóviles. Un ejemplo palmario es el de la línea de alta velocidad entre Figueras y Perpinyà en la que sólo circulan cuatro trenes de viajeros en invierno, aunque costó una millonada. Pero en materia de camiones, somos los campeones de Europa. Eso es debido a la mala praxis de Renfe y la decena de compañías que han aparecido en el mercado a raíz de la liberalización iniciada hará una década, pero también a causa del dumping ambiental y social de la carretera.
¿Cómo tenemos los servicios urbanos y suburbanos de transporte? ¿Es posible que al menos en las ciudades la gente viva sin coche? El otro día escuchaba a un antiguo responsable de la ciudad de París, en un buen debate con Barcelona y Valladolid, que explicaba que el 70% de parisinos no tienen un automóvil propio. En Barcelona, este porcentaje no es tan alto aunque sí es importante. Ahora bien, ¿es posible de forma general vivir sin coche propio en las ciudades españolas? Bueno, ya hemos visto en la estadística general que la mitad de la población no tiene acceso regular al coche, por lo que la respuesta es sí, se puede vivir. Ahora bien, para vivir de una forma en la que uno se pueda desplazar cómodamente sin usar el automóvil, o una peligrosa motocicleta (sufren la mitad de los accidentes que se registran en las ciudades), hace falta que la ciudad disponga de una buena red de transporte público, de una buena red de carriles bici y de calles seguras para el ciclista y que se pueda caminar bien, con seguridad. Entre las ciudades grandes, a mi juicio solo cuatro ciudades en España cumplen este requisito, Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao entre les grandes, y probablemente Vitoria y Pontevedra entre las medianas. Pero esta cuestión daría para un largo debate. Hará un par de años publiqué los resultados de una comparativa del transporte público que hice entre siete grandes ciudades europeas, entre las que se encontraban Barcelona y Madrid, pero estas dos ciudades sólo conseguían buena nota en la oferta de transporte público en su continuo urbano, no en su ámbito metropolitano.
La mejor idea para que la gente deje de padecer el vicio de usar regularmente el coche en la ciudad es que no tenga acceso a él. En román paladino, que no tenga coche. Y por supuesto que una de las primeras medidas para que la gente abandone la pobreza es que no tenga coche. Se ahorran unos 400 euros mensuales.
Uno de las grandes instrumentos para que la gente no tenga coche es ofrecer un servicio de coche de alquiler puntual, cuando sea necesario, entre 5 y 10 veces al año, a través del car-sharing. En promedio se consigue que cada nuevo cliente realice 100 viajes adicionales en transporte colectivo cada año. Pues bien, mientras todas las ciudades europeas, las grandes, las medianas y las pequeñas, lo están promoviendo, dando todo tipo de facilidades para aparcar a bajo precio en el espacio público e integrando el producto con la red de transporte público, aquí en España los alcaldes no han movido un dedo en favor del car-sharing. El gap de movilidad sostenible entre los electos en España y Europa continua siendo muy importante.
¿Qué hace falta para que las ciudades dejen de depender del coche? Sólo una cosa, que los alcaldes se olviden del coche y concentren todos sus esfuerzos de gestión en favor de los modos alternativos, los sostenibles. En el debate que citaba antes con París, se explicó que la alcaldesa, Anne Hidalgo -parisina, aunque gaditana de origen- ha anunciado que va a convertir en un bulevar el periférico de París, la vía con más tráfico en Europa. Esa arteria equivale, literalmente, a las rondas de Barcelona o la M-30 de Madrid. Ideas claras, decisión y liderazgo es lo que se precisa para rescatar a nuestras ciudades del secuestro a que el coche las ha sometido. ¿Cómo es posible que, por ejemplo en Barcelona, sólo el 10% de ciudadanos use regularmente el coche pero tengan a su disposición el 50% del espacio público para circular?
Pero también debemos formular otras preguntas. ¿Cómo es posible que la contaminación esté matando, en ciudades como Barcelona, un ciudadano cada día? Para otras ciudades se hace la regla de tres poblacional y se obtendrá la cifra de mortalidad. Porque todos los estudios han demostrado que el 90% de esta contaminación la genera el tráfico. ¿Cómo puede ser que aún sabiendo que las ciudades con peor contaminación sean también las más vulnerables al COVID 19, aún haya grupos de presión que estén exigiendo volver a la situación anterior? ¿Cómo puede explicarse que todas las ciudades europeas tengan el compromiso de tener emisiones cero en sólo 30 años, en 2050, y en España ninguna ciudad tenga aún una estrategia clara y debatida con los agentes sociales sobre cómo conseguirlo? Descarbonizar el transporte sólo se podrá conseguir con un fuerte apoyo del transporte público, la generalización del uso de la bicicleta y el apoyo a los vehículos –¡vehículos, no únicamente coches¡– eléctricos.
En esta próxima década los alcaldes y alcaldesas españolas se han de poner las pilas para liderar el gran cambio hacia la movilidad sostenible. Es la única solución. Esa movilidad es la que no tiene emisiones, ni contaminantes ni climáticas, la que no causa accidentes, la que proporciona generosos ahorros en la economía de ciudadanos y sus ciudades, y la que es 100% inclusiva socialmente.
Ha empezado a circular con fuerza en estos últimos tiempos el concepto de la ciudad de los quince minutos . Próximamente revo Prosperidad Sostenible va a organizar un debate telemático en el que tomará parte el parisino Carlos Moreno, el creador del concepto. La idea es muy clara y nada rompedora. Diseñar una ciudad en la que todos los servicios estén a 15 minutos del domicilio y que incluso una buena parte de la oferta de trabajo se encuentre en ese radio de distancia. ¿Es muy difícil llevarlo a cabo? Sin duda que fácil no es pero cabe que recordar que en Barcelona el tiempo de viaje en bicicleta desde el Paseo de Gracia, en el centro de la ciudad, hacia sus confines administrativos es de 20’, y en París, tomando como centro el Louvre, el tiempo de viaje es otra vez de 20’, y lo mismo en Milán desde el Castello. Ciudades como Freiburg, son todas ellas ciudades puras de 15’ en transporte público y menos tiempo aún en bicicleta. El debate está servido pero es una gran idea para dejar de depender del coche.
https://comunidadrs.es/la-movilidad-sostenible-es-la-unica-solucion/