Fig. 1. Según el presupuesto de carbono de Catalunya, en 2030 deberíamos haber reducido las emisiones de CO2 un 55% respecto a 1990.
El gobierno de Barcelona ha recibido el estudio que encargó sobre la ampliación del aeropuerto Tarradellas. Los titulares son bien claros: el Comité Asesor considera que la ampliación es «urgente y necesaria» porque debemos pasar de las 78 a las 90 operaciones/hora. La élite del tejido económico y empresarial de la ciudad lo celebra: más operaciones, más turistas, más negocios, más dinero, más crecimiento…
¿Hay alguien que se haya quedado sorprendido por los resultados del estudio? ¿Hay alguien que contemplase la posibilidad de que sus conclusiones fueran contrarias a la ampliación? Claro que no, porque es evidente que la decisión sobre la ampliación del aeropuerto, y el consecuente encargo del estudio, ya estaba tomada de antemano. No hacía falta estudio alguno para bendecir la inversión. Aunque nos han intentado vestir la mona de objetividad y cientifismo, el informe no tiene nada que ver con una verdadera evaluación de alternativas, no solo a la ampliación del aeropuerto sino al propio modelo de movilidad.
Si ustedes consultan en la web de la Generalitat qué estudios se requieren para la toma de decisiones en la inversión en infraestructuras de movilidad, se encontrarán que es necesario hacer un estudio de costes y beneficios para poder decidir la alternativa socialmente más beneficiosa sobre el proyecto en cuestión. Estas son las razones que se suelen esgrimir para justificar la no ampliación de líneas nuevas de trenes/tranvías, como por ejemplo, el tren de la Costa Brava- Olot o el tren de Manresa a Berga, proyectos largamente demandados por los ciudadanos y los gobiernos locales.
El proyecto de ampliación del aeropuerto debe pasar por un verdadero proceso de evaluación, con criterios bien fundamentados, teniendo en cuenta todos los costes y beneficios en juego y considerado otras alternativas como las siguientes:
1º una alternativa más ahorradora del dinero público y con menor impacto ambiental, que, aunque continuista del modelo de movilidad basado en los combustibles fósiles, aproveche mejor el infrautilizado aeropuerto de Gerona y mejorase la conexión con el AVE a BCN.
2º Una alternativa más transformadora que, además del ahorro de recursos y el menor impacto ambiental, persiga reducir la huella de carbono substituyendo parte de los vuelos por trenes AVE o trenes nocturnos, cuando el tiempo o la distancia de viaje lo hagan viable, tal como se propone en el estudio “Destino Barcelona cero emisiones”, financiado por el propio gobierno de Barcelona.
Pero propuestas como estas no prosperan, porque no se ha tomado nunca en serio la necesidad urgente de descarbonizar el sector de la movilidad y el transporte, lo cual quita valor a cualquier iniciativa dirigida a persuadir al viajero de cambiar la forma de viajar y aún peor, se valora y se fomenta el incremento de vuelos porque eso va a significar más negocio, que es lo que en realidad importa.
Los impactos ambientales considerados en la ampliación del aeropuerto Tarradellas, básicamente se reducen a la laguna de la Ricarda, como si este fuese el único impacto o el más importante. Nunca van a oir nada sobre el impacto climático de la ampliación. Parecería que este fuese un mal menor en el caso de los aviones, como si la substitución del combustible fósil por los combustibles SAF “sostenibles” para la aviación, fuese un problema resuelto para dentro de dos días. Nada más lejos de la realidad.
Se parte de la idea errónea de que no hay alternativa al avión y que, por tanto, se puede obviar el problema climático, como si el número total de vuelos fuese irrelevante. Como que casi nada se puede hacer para controlar las emisiones de la aviación, se cae en la falacia de que ya no tiene importancia controlar el n.º de vuelos. Con esa base, cuantos más vuelos mejor, porque mayor es el negocio.
Denunciamos la hipocresía de los gobiernos de Barcelona y Cataluña por ignorar el problema más urgente y crucial que afecta al corazón de la idea de ampliar el aeropuerto del Prat: el cambio climático. Este fenómeno ya está teniendo un impacto directo sobre nosotros, pero sus consecuencias serán mucho más graves para nuestros hijos y nietos. Y aun así, nuestros responsables políticos no son capaces de abordar el problema con la seriedad y el compromiso que la situación requiere.
Algunos pretenden hacer trampas al solitario para continuar en la senda de la insostenibilidad climática en la que estamos inmersos. Ser coherentes con nuestros compromisos climáticos implica tomar medidas radicales en la descarbonización del sector de la movilidad, que no solo es el sector con mayores emisiones, sino el que menos esfuerzo de reducción ha demostrado.
El gráfico de la fig. 1 basado en el presupuesto de carbono de Catalunya nos muestra de forma diáfana la velocidad con la que debemos descarbonizarnos antes del 2030. Siguiendo las indicaciones del Comitè d’Experts sobre el Canvi Climàtic ahora deberíamos estar reduciendo nuestras emisiones un 6,5% cada año hasta 2030 .
El monitor de emisiones de Catalunya, con una estimación actualizada de los datos que oficialmente se conocen con un retraso de dos años, nos indica que en 2024 las emisiones fueron tan solo un 0,94 % inferiores al 2023. Si finalmente estos datos se confirman, serían una muy mala señal de que no estamos cumpliendo nuestros compromisos climáticos.
Urgimos a nuestros gobiernos a abordar un debate serio sobre la ampliación del aeropuerto de BCN con todos los datos encima de la mesa. A estas alturas de la emergencia climática, la píldora dorada del crecimiento económico no se sostiene para justificar actuaciones que van a poner en riesgo la vida de nuestros descendientes.
Un comentario
S’ha intentat justificar de tantes maneres, i diferents, la necessitat i la bondat d l’ampliació de l’aeroport del Prat que no n’hi ha cap de creible. Tot plegat per amagar un pelotazo d’aena.