Estamos en un punto de inflexión de la humanidad, y tenemos que buscar una salida tan negociada y democrática como sea posible.
Manel Riu, 14/01/2021
Antonio Turiel es doctor en Física Teórica, experto en oceanografía e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Quizá por eso, sorprende que sus conclusiones sobre la crisis energética sean más políticas que técnicas. Fuera de la academia, sus análisis punzantes sobre el presente y el futuro de la energía han convertido su blog The Oil Crash en una referencia. En su nuevo libro, Petrocalipsis (Editorial Alfabeto), ordena su pensamiento para desmontar, una a una, las soluciones tecnológicas que nos pretenden salvar del abismo pospetróleo. El diagnóstico es duro para un lector que se inicia en la materia, pero Turiel defiende que las tesis no son extremas y radicales: «Ya se está convirtiendo en una visión bastante mainstream dentro del sistema de ciencia. Al final, son problemas que se ven muy claros en las gráficas «.
Hace muchos años que sabemos que se acaba el petróleo. ¿Por qué tenemos que seguir hablando?
Porque no se ha hecho nada. [Ríe.] En el discurso político dominante, se habla de utilizar las energías renovables para luchar contra el cambio climático. Esto es cierto, pero la situación es más complicada que eso. Aparte del cambio climático, también hay otro gran problema de agotamiento de recursos. Y este tema se encuentra completamente fuera del radar, es tabú, cuando, de hecho, estamos al borde de una escasez importante de petróleo que vendrá de manera repentina. Hemos provocado que la caída del petróleo sea excesivamente rápida porque no la hemos dejado antes. Vivimos en una burbuja de tranquilidad y de ir pasando con la transición energética cuando, dentro de cinco años, nos podemos encontrar con una disponibilidad de petróleo de la mitad de lo que consumimos ahora. Esto puede ser un hecho realmente catastrófico.
Cuando los gobiernos hablan de transición energética, dibujan un futuro lleno de aerogeneradores y de coches eléctricos. Parece que hay que apostar por la energía limpia y, así, seguir creciendo sin hacer daño al planeta. ¿Por qué crees que esto no irá así?
Porque el transporte es prácticamente sólo petróleo. Todo el esquema de globalización actual, que China se haya convertido en la fábrica del mundo, ha sido posible sólo porque había grandes cantidades de petróleo barato. En el momento en que sacas el petróleo de la ecuación, estás dando un golpe definitivo al transporte internacional. Y, si reduces drásticamente el transporte internacional, pones el sistema económico de rodillas. Esta es la razón fundamental, pero también hay otros factores como la maquinaria pesada: los tractores necesitan petróleo, y en ello está en juego el sistema agroindustrial.
Pero podrían inventar el avión, el barco o el tractor eléctrico. ¿Por qué no ves posible una solución tecnológica que ponga remedio?
Sencillamente, porque he estudiado las soluciones técnicas. Si piensas en el transporte de mercancías, encontrarás soluciones técnicas. Si piensas en la maquinaria agrícola, también. Por ejemplo, sí hay barcos sin petróleo. Son los grandes veleros. Con veleros puedes mover grandes mercancías de manera bastante rápida. Lo que nunca encontrarás es la solución mágica para mantener todo esto en la escala actual, ni en un modelo de crecimiento infinito como el actual. Podremos encontrar muchas soluciones concretas a problemas concretos, pero intentar mantener sin petróleo un sistema económico en la escala y el volumen actuales es absurdo.
“El 80% de la energía que utilizamos en los paises desarrollados no es electricidad”
Pero por qué el petróleo es tan insustituible, ¿por qué no encontraremos una fuente de energía que nos permita hacer las mismas cosas?
La densidad energética de los combustibles fósiles es gigantesca. La energía de un litro de gasolina equivale al trabajo físico humano de 83 horas. No tenemos nada a mano que se pueda comparar en términos de densidad energética, facilidad de transporte, facilidad de carga, estabilidad… El petróleo es tremendamente idóneo para mover máquinas autónomas, las que no están enchufadas a nada. No hemos encontrado nada que se le parezca. Y, al fin y al cabo, ya conocemos bastante bien todos los tipos de energía que existen.
Aunque no tenga la misma potencia, tal vez se puede superar este inconveniente con más innovación. Hay muchas máquinas que hoy en día funcionan con petróleo y se están creando modelos para dejar de hacerlo y utilizar electricidad.
La electricidad sirve para muchas cosas, pero no para todo. Un error muy habitual de los gobiernos es olvidar esto. El 80% de la energía que utilizamos en los países desarrollados no es electricidad. La fabricación de acero, por ejemplo, no es electrificable. Es un proceso físico-químico en el que necesitas carbón. Con la creación de cemento, la situación es similar. Y estos son sólo dos ejemplos de materiales absolutamente necesarios para la construcción. Después, hay otras cosas que son electrificables, pero que no tienen mucho sentido: para hacer un camión eléctrico que vaya a 80 km / hora con un mínimo de autonomía, te haría falta una batería que ocuparía más de la mitad del camión. Lo podrías conectar a la red eléctrica para no necesitar estas superbaterías, pero esto ya existe y se llama tren.
¿Qué me dices de los coches eléctricos? Ya han salido al mercado decenas de modelos eléctricos o híbridos, todas las grandes marcas tienen y cada vez se ven más …
Se vende mucho la idea de que todo el mundo que tiene un coche ahora podrá tener un coche eléctrico. Pero hay muchos factores para pensar que esto no ocurrirá, que sólo una pequeña minoría tendrá al alcance un coche así. Es ilusorio pensar que podremos electrificar el parque de automóviles: hay muchas limitaciones en la infraestructura necesaria, la carga y los materiales de las baterías. De los 80 millones de coches que se fabricaron en el mundo en 2019, sólo un 2,6% son eléctricos o híbridos. Y, de éstos, sólo un tercio es puramente eléctrico. Está lejísimos de ser una realidad generalizada.
«¿Como lo haremos para sustituir los camiones, los tractores, los barcos? Con electricidad no funcionaran”
Pero, si nos fijamos en la prioridad que le están dando las marcas en su publicidad, o en las ayudas como el plan MOVES del Gobierno, parece que se está apostando para que vaya a más.
Es que el coche eléctrico no es un mal producto: las automovilísticas lo creen de verdad. Pero es un producto dirigido a gente rica, un producto de lujo. Su escenario deseado sería que se impusiera el vehículo eléctrico, pero a estas alturas tienen bastante interiorizadas las limitaciones para poder hacerlo a gran escala. De hecho, uno de los escenarios de futuro con que trabajan las automovilísticas es una contracción del 95% del mercado en los próximos 10 o 20 años. Se está convirtiendo en el escenario de referencia. Y se están preparando: ya casi no fabrican diesel, hablan cada vez más del carsharing y hacen concentración empresarial porque no queda mercado. Pero no hacen público este diagnóstico, porque tienen que vender optimismo. Si no, sus acciones en la bolsa se hunden. Sea como sea, lo que pasa es que ahora mismo necesitamos otras cosas. ¿Como nos lo haremos para sustituir los camiones, los tractores, los barcos? Con electricidad no funcionarán. Todo el debate público se está centrando en algo que es bastante accesorio -los coches de utilización privada- y, en cambio, de las cosas que son realmente fundamentales para el funcionamiento de una sociedad, como toda la maquinaria pesada, no se habla. Es de esto que se debería hablar.
¿Qué problemas tiene la energía eólica para no poder llegar a ser el nuevo petróleo?
De entrada, hay el problema que comentábamos: sólo sacarás electricidad. Después, está el máximo de potencial. Yo mismo había hecho unas previsiones optimistas sobre el máximo de energía que podríamos llegar a sacar, pero las nuevas aproximaciones señalan que, si instalas muchos sistemas, generas un efecto bosque. Cuando tú estás dentro de un bosque, el viento no sopla tanto, porque le es más fácil pasar por un lugar con menos árboles, menos rozamiento. Si instalas muchos sistemas de aerogeneradores en poco espacio, pasa lo mismo. Acabas desviando los flujos de aire de la atmósfera y no puedes extraer toda la energía que esperabas. Según los cálculos del Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid (GEED), una referencia en este campo, el máximo al que podremos llegar es aproximadamente un 6% de la energía que se está consumiendo actualmente.
¿La energía solar tiene mejores perspectivas?
Desde el punto de vista del potencial máximo, sí que las posibilidades son mayores que en la eólica: hasta un 20% o un 25% de la energía que consumimos. Pero el impedimento principal con la solar es que tiene un rendimiento especialmente bajo. Esto quiere decir que, si tú comparas la cantidad de energía que necesitas para desplegarla y la energía que te devuelve, el balance no es muy satisfactorio. Estamos en un rendimiento de 2 a 1, o de 3 a 1. Puede parecer que es mucho, pero tú la energía la quieres para hacer otras cosas. Y se calcula que, para sostener sociedades complejas -con industria, escuelas, hospitales … -, necesitas un rendimiento de al menos un 10 a 1. Si consumes mucha energía únicamente para sostener el mismo sistema energético, al final acaba pasando que no hay suficiente energía para el resto de las cosas. Y no se puede solucionar poniendo más y más sistemas para captar más energía, porque entonces hay otras limitaciones que te impiden crecer tanto, como los materiales que necesitas o la ocupación de territorio. En este caso, sobre todo la escasez de plata.
“No es posible ahorrar en el modelo actual: cuando tu dejas de gastar energía, la gasta otro”
¿Entonces, no nos hace falta construir más parques eólicos o de energía solar?
La pregunta es para qué. En España tenemos ahora mismo 110 GW de potencia eléctrica instalada, mucha más de la que usamos. El máximo de consumo de electricidad fue de 45 GW, en julio de 2008, y desde entonces ha ido disminuyendo. Si ahora mismo instalamos más parques eólicos y solares, aumentaremos la capacidad de producir energía eléctrica. Si no somos capaces de consumir más electricidad, ¿en qué está ayudando esto exactamente? Este es el punto central del debate: se está haciendo creer que toda la cuestión es instalar más sistemas de energías renovables, pero el hecho es que nosotros necesitamos fuentes de energía que no son eléctricas. La electricidad representa un poco más del 20% de la energía final que consumimos. Todo lo demás no es eléctrica, y es muy difícil o imposible de electrificar. ¿Para qué queremos más electricidad?
¿Cómo se podrían utilizar las energías renovables para hacer cosas que no sean electricidad?
Por ejemplo, en una comunidad de vecinos tiene mucho más sentido producir agua caliente en la azotea que no poner una placa fotovoltaica. El rendimiento energético es mucho más alto y la tecnología mucho más sencilla: un panel negro que coja el sol y caliente una cisterna de agua. Produces algo que necesitas -agua caliente- y, seguramente, dejas de consumir gas natural. En el ámbito industrial, se pueden hacer muchas otras cosas así para aprovechar energía. Pero son modelos que viven con la intermitencia del ciclo de la naturaleza; no están adaptados al crecimiento constante del consumo de energía que caracteriza nuestro sistema económico.
En el libro también hablas sobre el ahorro y la eficiencia energética. Llevamos toda la vida escuchando que, cuando salimos de una habitación, tenemos que apagar la luz para ahorrar energía. ¿Esto tampoco era verdad?
El ahorro y la eficiencia no son enfoques equivocados. En el futuro, necesariamente, la solución pasará por allí. Pero no es posible ahorrar en el modelo actual! Ahora mismo, cuando tú ahorras, la energía que tú dejas de gastar la gasta otro. Como sociedad, consumimos energía sin tener el objetivo de desperdiciarla; la desperdiciamos porque gastar genera valor económico. Se ha comprobado que, a medida que se crean sistemas más eficientes, el uso de estos sistemas no baja, sino que sube, por lo que se genera un efecto rebote y se gastará más. Esto ocurre porque se habilitan nuevos usos para la energía que antes, cuando el sistema era menos eficiente, no eran posibles. Este hecho se lleva comprobando desde el siglo XIX y se llama paradoja de Jevons. Otra cosa muy diferente es que tú implantes medidas de ahorro y de eficiencia, pero al mismo tiempo legisles para penalizar el sobreconsumo de energía. Entonces sí es útil el ahorro. Pero en un mercado de crecimiento infinito basado en el capitalismo financiero no sirve para nada ganar eficiencia.
“Las centrales nucleares, además de la gestión de los resíduos, tienen el problema que el uranio también se acabará”
Entonces, ¿Hacia dónde tenemos que ir? Más allá de dejar de crecer, ¿hay alguna receta más concreta?
Una de las cosas mas importantes para empezar es la suspension de la deuda y una reforma del sistema financiero. Las deudas actuales son impagables y conducen a este crecimiento absurdo. Aparte de eso, todo debe tender a la relocalización. Debemos intentar abastecer las necesidades de la población con una producción tan local como sea posible. Y, desde el punto de vista técnico, también hay muchísimas cosas que pueden servir, como un cambio de diseños para favorecer la reparacion de objetos. Y, si acompañamos esto con un cambio en los modelos de uso, mejor: quizás no es necesario que haya una lavadora en cada piso; nos basta con dos o tres en todo el bloque de pisos. Los objetos pueden tener muchos más usuarios porque no los utilizamos todo el tiempo, así gastamos menos recursos. Y yendo más allá: y si, en lugar de comprar lavadoras, ¿alquilásemos el derecho a utilizar una lavadora? El fabricante ya se encargaría de poner fin a la obsolescencia programada porque no le saldría a cuenta. Con cambios así puedes tener una sociedad mucho más resiliente ante lo que pueda venir.
El Estado español acaba de invertir mucho dinero en el hidrógeno. ¿Puede formar parte de la solución?
Empezando por el principio: el hidrógeno no es una fuente de energía. Lo que puedes hacer es utilizarlo como vector energético, como lugar donde guardas energía. Sí que puede ser una parte de la solución en un nuevo encaje de todas las cosas, pero sirve en cosas muy concretas, como mover maquinaria pesada a escala local. El gran problema del hidrógeno es que no es una materia fácil de manipular ni de transportar. Tiene tendencia a escaparse porque es una molécula muy pequeña, y, además, corroe las tuberías convencionales. Por lo tanto, se debe almacenar con mucha precaución. Tampoco tiene un gran rendimiento. Pensar que con el hidrógeno podemos sustituirlo todo es de soñadores. No tiene las características para poder hacer un despliegue masivo. Debemos evitar caer en la trampa de las falsas promesas tecnológicas.
Si tenemos que hacer caso del Gobierno francés, quien nos puede salvar de verdad son los reactores de las centrales nucleares!
Las nucleares tienen muchos problemas desde el punto de vista ambiental, como la gestión de los residuos. Pero, más allá de eso, que no se puede ignorar, tienen el problema de que el uranio también se acabará. La producción de uranio llegó al máximo en 2016 y ya está cayendo. Se prevé un fuerte desencaje entre la demanda y la oferta disponible de uranio hacia el 2025. Hasta ahora no se nota mucho porque está reaprovechando el uranio de bombas atómicas que se están desguazando, pero Francia ya tiene el 40% de las centrales nucleares paradas y problemas para suministrarse uranio. Por otra parte, están las promesas eternas de los reactores nucleares de cuarta generación, que no necesitarían uranio, y de la fusión nuclear. Pero llevan más de 60 años experimentando en ello y no lo consiguen. Están vendiendo la idea como si estuviera al alcance cuando aún se encuentra en una fase muy experimental y con dificultades técnicas que quizás no se superarán. Una broma muy típica en el sector de la energía es que siempre faltan 50 años para conseguir la fusión nuclear. Pero, aunque se superaran las barreras, no tenemos un margen de 50 años para reaccionar a la crisis energética: es mucho más urgente. Y, de nuevo, esto sólo produciría electricidad!
“Los poderes económicos no estan en absoluto a la altura de los problemas que estamos viendo”
¿Cuando crees, pues, que empezaremos a notar esta crisis energética?
Esperaba verlo de viejito, pero creo que no. [Ríe.] Con la pandemia se ha acelerado mucho. Creo que los problemas grandes llegarán antes del 2025. El último informe de la Agencia Internacional de la Energía también apunta hacia aquí en uno de los cuatro escenarios de futuro. Se prevé una caída del 50% de la producción de petróleo en menos de cinco años. Se dice pronto. Puede que los estados intervengan con medidas de racionamiento o nacionalizando empresas para seguir produciendo petróleo. En este caso, la caída sería menor, pero de todos modos muy considerable. Para comparar, tengamos en cuenta que durante la crisis de 2008 el consumo de petróleo sólo cayó un 4%. De aquí al 2025 nos enfrentaremos a una crisis económica que hará que la de 2008 nos parezca una broma. Muchas materias primas que utilizamos se extraen con petróleo, todo se transporta con camiones que van con petróleo. Cuando empiece a escasear, acabará afectando todo. Por ejemplo, en ciudades como Barcelona, ¿qué pasa con la distribución de alimentos? Yo no me esperaba esta aceleración. Pero, claro, si tienes un problema y no lo resuelves, al final se acaba haciendo mayor. El máximo de producción de petróleo crudo fue en 2005. Hemos dejado pasar el problema durante 15 años poniendo parches. No hemos resuelto nada.
¿No hay espacio para el optimismo?
Creo que hay escenarios que pueden ser mejores que eso, sí. No se trata de insistir en lo mal pueden llegar a ir las cosas. Para mí, el punto clave es hacer comprender que estamos en un punto de inflexión de la humanidad, y que tenemos que buscar una salida tan negociada y democrática posible. Es complicado, porque las empresas tienen su propia agenda. Pero también es evidente que dependemos demasiado de todas estas empresas para suministrar servicios básicos. Si de golpe desaparece Iberdrola, o Repsol, podemos tener un problema gordo. Son cosas que se han de pilotar para que no sean catastróficas.
¿Pero, si el panorama es tan inminente, no estarían reaccionando de manera diferente los poderes políticos y económicos?
Poco a poco, este discurso va calando, pero nadie lo está sabiendo integrar dentro del discurso político general. Entiendo que es complicado, porque hay que hacer mucha pedagogía. Pero me consta que hay gente cercana a los gobiernos que lo está siguiendo con mucha atención y está empujando en una buena dirección. En el Ministerio de Transición Ecológica hay gente que comprende muy bien todo esto. Al fin y al cabo, ellos tienen datos tan buenos como las nuestros o mejores! El problema es la dificultad de luchar contra la gente de Economía y de Hacienda. En cambio, los poderes económicos no están en absoluto a la altura de los problemas que estamos viendo. La gente que tiene que tomar decisiones estratégicas -y que se juega mucho dinero! – tiene toda la información y los medios para actuar, pero tiene miedo. Están actuando de manera muy infantil.
Traducción: Teresa Abril