¿Ministerio de la Transición Ecológica o Ministerio del Colapso Energético?
En el extenso artículo de Manuel Casal Lodeiro en ”última llamada”, tras la desconfianza hacia el nuevo Ministerio de Transición Ecológica en lugar de saludarlo, señala: “hay algo, pues, que no encaja en el planteamiento de esta llamada “transición ecológica”, algo que chirría… si no queda todo en puro marketing verde del nuevo gobierno”. La desconfianza es un recurso inagotable. Lo que más me sorprendió fue el interrogante: “¿no sería más honesto y realista haber creado un Ministerio para la gestión del Colapso Energético?”. Le seguía algunas reflexiones sobe si se seguiría la transición ecológica impulsada por Nicolas Hulot en nuestro país.
Edouard Philippe y Nicolas Hulot diálogo sobre el “colapso”.
El Primer Ministro francés, Philippe (EP), y el Ministro de Transición Energética y Solidaridad, Hulot (NH), hablaban del “colapso”. Es algo que ha pasado completamente por alto en medio de comunicación a no ser por la traducción de Antonio Turiel, pionero del peakoil, en crahoil.com/blogspot.com.
EP: Collapse, en inglés, que muestra cómo debe ser abordada la cuestión del acceso a los recursos, del medio ambiente y de la colaboración con las sociedades que nos rodean, cuando estas cuestiones se vuelven apremiantes y llegan a un punto tal que si uno no toma las decisiones correctas la sociedad entera colapsa, que colapsa literalmente, que desaparece. Y me parece que esta cuestión es obsesionante, a mí me preocupa mucho más de lo que muchos se imaginan: ¿cómo hacer para evitar que nuestra sociedad humana llegue a un punto en el cual esté condenada a colapsar. Es una cuestión… complicada.
NH (con sonrisa burlona): Ha hecho falta este Facebook life para que me entere que Vd., señor Primer Ministro, había leído…
EP (siguiendo la broma): Eso es porque no estuviste atento…
NH: … Colapso…
EP (medio riéndose): …ya que lo cité en mi discurso de Política General.
NH: … y es muy interesante porque este libro intenta explicar por qué algunas grandes civilizaciones han desaparecido, y el pequeño denominador común, en breve, es la dificultad que han tenido esos pueblos, esas civilizaciones, para tener en cuenta el límite de los recursos de los cuales disponían.
EP: asiente con la cabeza.
NH: La escasez es manejable, la penuria se sufre. Y toda la dificultad del siglo XXI es tener en cuenta el hecho en un cierto número de … (se interrumpe a sí mismo, sin acabar la idea) hay recursos renovables y hay que asegurarse su renovación, y por volver a la primera pregunta, aquellos que se regeneran hay que evitar contaminarlos o envenenarlos, pero por los recursos finitos hace falta ser consciente de que…
EP (interrumpiéndole): Y la otra enseñanza del libro (mirando brevemente a la cámara, probablemente siendo consciente de lo que estaban diciendo) es que podemos evitarlo, porque lo que formula el propio libro es que muestra ejemplos de colapso, es decir, de sociedades que no llegan a cambiar y que sufren la penuria, que desaparecen literalmente, que desaparecen, bien… y además muestra sociedades en las que, por la razón X o Y, comprenden que se están aproximando al límite y cambian, y además no por dejar de crecer sino por cambiar el modelo que permite al medio ambiente y a los recursos…
NH (interrumpiendo, a su vez): Hay un punto de no retorno.
EP: Hay un punto de no retorno. El ejemplo en el que funciona bien es el Japón y la reforestación…
NH: Y eso no funcionó en la Isla de Pascua…
La traducción en francés de libro de Jared Diamond es “Effondrement”. El diálogo servirá, al menos, para incrementar su lectura. Recomiendo otro libro, “Guerras Climaticas” de Harald Welzer. Jared se pregunta “por qué sociedades perduran y otras desaparecen”, Harald formula otra pregunta más inquietante “por qué matarenos (y nos matarán) en el siglo XXI”.
¿Tan malo es un Ministerio de Transición Ecológica?
El diálogo entre Philippe y Hulot tenía lugar el martes 3 julio: 30 minutos en que respondían a preguntas en el jardín de Matignon. Hulot defendía la urgencia de nuevo plan de biodiversidad: «si on laisse les tendances actuelles continuer, 40 ou 50% du vivant pourrait disparaître de la surface de la planète d’ici le milieu du XXIe siècle». Hulot enumeraba los logros del gobierno desde su llegada: un plan para la neutralidad del carbono en 2050, ley de hidrocarburos para “programar la salida de la energía fósil”, desarrollo de automóviles eléctricos, economía circular, prohibir el glifosato, etc. Interesante la última pregunta: “¿es compatible la política ecológica con una economía en crecimiento?“. Edouard Philippe se regocija: “¡Esta es una buena pregunta!“. “Ça pourrait être un sujet du bac” agrega Nicolas Hulot.
Teresa Ribera Ministra de Transición Ecologica con Pedro Sánchez hace unos días ha desgranado os desafíos de su ministerio. Decía que el diésel tiene los días contados. Francia en 2040 será el fin de los coches de combustión (diésel, gasolina y otros combustibles “alternativos”). Ciudades alemanas han anunciado que no entrarán en sus calles. La industria del automóvil europea parece ciega a la tendencia global del coche eléctrico. Teresa Ribera anuncia una ley de cambio climático y transición energética con un comité independiente como tiene Reino Unido o la ley catalana que no contemple la propuesta de la actual oposición, incluso no hace ninguna referencia al parlamento. Y dos decisiones: cierre nuclear y carbón, e impulso de las energías renovables (con un papel al autoconsumo -el paquete de invierno de a UE en que todos seamos “productores”). Recuperar 1.500 millones del Costes de Transición a la Competencia permitiría alimentar un fondo de lucha contra pobreza energética y favorecer programas do la eficiencia (edificios de consumo cero).
Phillippe recordaba que había citado, en julio de 2017 durante su discurso de política general, el libro de Diamond. No se pueden olvidar los crueles reveses del gobierno: la ley sobre agricultura y alimentos vaciada por el Senado, la prohibición del glifosato con demasiadas excepciones, una autorización de bio-refinería de aceite de palma, etc. Philippe recuerda “la otra enseñanza del libro cómo podemos vivir”: “comprend qu’on est en train d’atteindre la limite, et on change. Non pas d’ailleurs pour arrêter de croître mais pour changer de modèle…». «Oui, mais il y a un point de non retour…», señala Hulot.
¿Qué significado político tiene el colapso?
Recomiendo leer en paralelo Jared Diamond y Harald Welzer (director centro investigación interdisciplinar de la memoria y Catedrático en la Universidad de Witten-Herdecke) .En Colapso, Jared Diamond se pregunta ¿qué le paso por la cabeza al habitante de la isla de Pascua que taló el último árbol? Para Harald Welzer tal pregunta carece de sentido. La fatalidad no se produce al final de proceso destructivo, como si fuese posible pararse antes de llegar al límite. La fatalidad está en no advertir que lo que se está haciendo es destructivo. Para Harald Welzer un error que cometen los expertos en clima, procedentes de las ciencias naturales, es que no dimensionan los aspectos sociales; cómo la sociedad, desde parámetros culturales, interpreta las catástrofes que son sociales. ¡La catástrofe empieza con la tala del primer árbol! ¡Con la primera decisión equivocada! que la sociedades amenazadas se aferren a viejas “infraestructuras mentales”.
Muchos ecologistas confían que el colapso será lo que nos obligue a salir de Business as Usual (el seguir como hasta ahora). Harald Welzer contrapone, por así decir, otro concepto: Shifting Baselines (pensar que somos los que fuimos). Los predicadores de las catástrofes como los del optimismo caen en el error de quedar encerrados en cosmovisiones larvarias sin percibir la metamorfosis del gusano en mariposa. El cambio no viene de “fuera” sino de “dentro”. Lo que colapsa para el gusano es el capullo. Para la mariposa colapsa la cosmovisión lavaría. El cambio vendrá de nuestra “cosmovisión” o nuestro horizonte normativo. Lo que tiene lugar en la Isla de Pascua, para Harald Welzer, lo describe a la perfección Norbert Elias: el bloqueo de la mirada necesaria para salvarse.
Harald Welzer no pudo encontrar un ejemplo más próximo para nosotros para mostrar cómo funcionan las cegueras culturales. Felipe III murió por permanecer demasiado tiempo al lado del brasero; pues, no se encontró el encargado de apartarlo y, aún peligrado su supervivencia, teniendo innumerables alternativas, pesaron más los factores culturales, emotivos, etc., que le llevaron a no hacer nada. En su obra “Pensar por sí mismo” muestra que la transformación más importante que tenemos por delante es la cultural. Existe esa “ceguera” por parte de empresas. Otto Scharmer en Teoría U muestra cómo Nokia en la década de que 90 se desprendió de todas las líneas de negocio que la apartan de la innovación de la telefonía móvil. Fue líder mundial. Pocos años más tarde la combinación de ceguera, arrogancia, atrincheramiento, etc., le impidió ver la tendencia hacia la telefonía inteligente: sucumbió o colapso. Kodak es otro ejemplo de colapso: con la patente de cámara digital en su poder prevaleció su ADN basado en hacer dinero cada vez que alguien hacia una foto a partir de su cadena de millones de tiendas. Es el mismo error que cometen las energéticas convencionales, hacen prevalecer su estructura de negocio vertical de aquí arremete contra cualquier cambio disruptivo como el que representa la fotovoltaica.
¿Es el cambio climático o la interpretación,cultural, del cambio climático?
El genocidio de Ruanda descrito en el Colapso, para Harald Welzer no es consecuencia del cambio climático. Diamond lo atribuye a un problema de densidad de población. Aportando datos. Harald Welzer duda de los datos y lo compara con el uso ideológico que Alemania hizo en los años 30 de “un pueblo sin espacio” para iniciar aventuras expansionistas. Aplicaron la misma “racionalidad” que antes “un pueblo sin energía” (tras el pico de producción): llegar a acuerdos para garantizar el acceso a reservas de gas, petróleo, etc., con geopolíticas; todo ello se considera completamente “racional” a no ser que miremos consecuencias.entonces resultaría “irracional” y completamente inaceptables desde el punto de vista de preservar los ecosistemas, los derechos humanos, etc. Quien taló el último árbol en la isla de Pascua pensaba que obraba correctamente. Las costumbres y rutinas estás atrasadas respecto los acontecimientos.
Hay estudios que proyectan, en cuestión de pocas décadas, cientos de millones de desplazados o refugiados climáticos (Marcos Gamero colega de la Universidad Carlos III, para laFundación Alternativa daba, según diversas fuentes, entre 50 y 200 millones de desplazados, en casos limitados a ciertas regiones). ¿También podría añadir “genocidios”? La violencia, muestra Harald Welzer, es una opción; pero hay otras. FAO en Siria en 2008 menciona lo dicho por el ministro sirio de Agricultura. Este declaró que las consecuencias económicas y sociales de la sequía estaban “más allá de nuestra capacidad como país”. Se generó una situación en que los hombre ya no son capaces de hace nada más. ¿Pero es cierto?
Tenemos Filipinas, un país vulnerables por frecuentes catástrofes sísmicas y, sin embargo, ha desarrollado capacitaciones sociales de adaptativas obligado por las circunstancias. En cambio vimos como el huracán Katrina en Nueva Orleans transformó unas “inundaciones climáticas” en “inundaciones raciales” en 2005. Más cerca de Siria o Sudan, con décadas de guerra civil y genocidios, tenemos Egipto. En el desierto han creado un oasis con producción agrícola a partir de agro-ecología, farmacéutica de productos naturales, etc., es el proyecto SEKEM. Mientras el Delta del Nilo se desertiza a causa de uso de miles de toneladas de plaguicidas anuales. que reducen la fertilidad del suelo por “preparados biodinámicas” usados en SEKEM (en Egipto antiguo significa fertilidad).
Marcos Gamero hace referencia a estudios sobre refugiados climáticos. Esos mismos que luego, en sus propuestas de acción, proponen doblar la producción global de alimentos. En la letra pequeña 1/3 de esos alimentos iría a la producción de carne, alimentar la ganadería. ¿Cómo? Implicar desforestar… expulsando poblaciones autóctona. La genética es otra usa el cambio climático como bombo y platillo de sus intereses. Variedades transgénicas no han demostrado ser más resistentes al cambio climático. De poco sirve usar variables resistentes a dichos plaguicidas si miles de toneladas anuales en el Delta del Nilo provoca la perdida de fertilidad. El gobierno egipcio impulsa el uso de “preparados biodinámicos” (que recoge el Reglamento de la UE 848/2018). Los habituales defensores de agroindustria no se extrañen que califique las autoridades europeas de “chamanes” centro africanos. Nicolas Hulot apoya la agro-bioecología.
Hipótesis apocalípticas y catarsis social.
Ulrich Beck advertía del supermercado de libros con hipótesis de apocalípticas climática. Tengo la sensación que hay demasiados ecologistas que caen en la ingenuidad política y sociológica de pretender derivar de la descripción de un problemas, en térmicos físicos, su metamorfosis en acción política. Comenten el error de considerar que el “inminente colapso climático” tiene el potencial de derivar los muros mentales. En todo la clave está en el aprendizaje, no en el hecho físico.
No del “aprendizaje innovador” que proponía el Club de Roma que suele tener como paradigma la comunicación científica no la interacción social. La idea fantasía, señalaba Manuel Sacristán, es el momento en que puede obrar “las leyes objetivas del ser, buenas en si mismas, pero ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta”. Es la idealización de la ciencia de, por ejemplo, “Ciencias en el Parlamento” (una simbiosis de escépticos y biotecnólogos). Uno de los males de Europa, completamente despolitizada, es el poder de los lobby en los grupos de expertos. Ulrich Beck muestra cómo los predicadores de las catástrofes y quienes preconiza el optimismo son incapaces de percibir la el cambio de horizonte normativo y metamorfosis del mundo consecuencia del cambio climático, esta envueltas en la existencia larvaria de la oruga que se aferra al capullo antes que su inminente transformación en mariposa.
Las amenazas no tiene efecto redentor. Las “estrategias racionales de supervivencia”, en un cambio rápido de circunstancias, convierten a estas en “estrategias irracionales” que transforma la sociedades en “de exterminio”. Otto Scharmer demuestra esto en los sucesos acaecidos en los años 30. Alemania tras la primera guerra mundial existía la sensación que algo debía de cambiar. Otros países se preguntaban, en cambio, ¿qué hacer para conservar lo antiguo? Alemania no sentían que el presente estuviera amenazado. La revolución de 1919 había derrumbado las viejas “estructuras mentales”, “lo viejo ya no servía”, pero las condiciones impuestas por los vencedores tras la guerra frustraron la capacidad de pensar qué debía llegar ni fuerza de voluntad para traer lo nuevo.
La victoria de Hitler en 1933 no fue la llegada de ese “futuro emergente” sino su “ausencia de este”. El cambio climático es una fuerza motriz poderosa de las dinámicas del cambio social. Lo que trae el cambio son sus efectos secundarios en la sociedad. Cuando la sociedad no cambia y mantiene las “viejas estrategias racionales del pasado” lo que acontece es genocidios, colapsos, etc.
¿Guardianes del cosmos o demoledores de la tierra?
Jorge Riechmann en “¿Vivir como huérfanos?” (Editorial Catarata) plantea las coordenadas de un amplio debate atravesado por cuestiones teológicas, antropológicas, éticas… en que el “problema del mal”, de forma inusual, recupera el protagonismo. Hace referencia al ecosocialista belga Daniel Tanuro que rechaza la idea de James Lovecraft según la cual la Tierra está “enferma de humanidad”: el ser humano no es el cáncer de la biosfera.
Para la teoría Gaia no solo el ser humano es una plaga, también para muchos ecologistas, bien intencionados, hombre está poseído por la desmesura, el mandato bíblico que le obliga ese crecer y multiplicaos. Sin embargo cuando Emilio Santiago Muiño se refiera de “datos científicos objetivos”; su relación con la naturaleza no ese “Gegenüber” de escucharse mutuamente como en Goethe, más bien ese interrogatorio con el método basado en la “evidencia” de Bacon de Verulam (la ciencia materialista al servicio de dominar y explotar, egoístamente, la naturaleza; Eduardo Subirats ve que entronca estas “otra ilustración” con el arabismo de Averroes al que se opuso Tomás de Aquino).
Una cuestión de fondo la disyuntiva entre recuperar una imagen digna del hombre, como guardianes del cosmos con una enorme responsabilidad ecológica que conlleva, o, por el contrario, considerar superado el egocentrismo, con una nulidad que lo equipara al resto de animales. Para Daniel Tanuro esta última postura la comparten todos los ecologistas que consideran la única tareas es “una revolución cultural para autocontenerse”. Jorge Riechmann, que lleva años defendiendo esta “autocontención” en valiosas reflexiones. No está de acuerdo con Tanuro que,entiende, se desentiende apresuradamente del “pecado original” a partir del cual, ora se sienta al banquillo de acusados a la técnica, ora a la demografía, ora las relaciones sociales, etc. “¡Aterrémonos de lo que somos!” –señala Jorge Riechamnn.
¿Si el hombre es el problema: transcender al ser humano la solución?
Hace dos décadas Jürgen Habermas advertía contra ese puñado de intelectuales alucinados que utilizan los posos del café del transhumanismo. Hoy la neurociencia proclama el fin de la libertad, de la autonomía de la consciencia, el fin de las democracias liberales y de los derechos fundamentales de la persona. La ciencia considera vacíos los derechos subjetivos; pasaremos pronto a ser “usuarios” de cuerpos-máquinas mejoradas con prótesis. El legislador impedirá que los padres se puedan negar a esas “mejoras negativas eugenéticas“. Y con cada nuevo descubrimiento terapéutico abrirá de nuevo la discusión, ¿cómo soportar el reproche de no haber evitado una “minusvalía”? ¿Cómo evitar el paso de la “eugenesia negativa” a otra de signo “positivo” cuando se establece continuidad entre elegir una buena programación escolar a una buena programación genética? “Patología celular” a mediados del siglo XIX abrió la puerta para esa identidad fragmentada de la pre-persona en trillones de células.
Hoy parte de las élites sueñan convertirse en Homo Deus. Es la ideología muy al gusto de las élites de Silicon Valley. “Abundancia” es su nueva biblia escrita por Peter Diamandis. Daré dos pinceladas antes de proseguir. Ilustraré la profundidad del debate que tenemos entre manos. Hoy la ciencia considera que “biología” viene de “bio” cuando originalmente es “biografía”; lo que llamamos “biología” viene de “zoo”; tenemos esa dualidad, zoo y bio. Tenemos un cuerpo con vida. Esa chispa de vida que para Aristóteles habita un cuerpo. Platón en el Fredo niega que se pueda entender el cuerpo sin entender el alma. La segunda pincelada es eso “nous” que traducimos por mente en griego es el más elevado grado de saber. Mientras la episteme, nuestra ciencia, era el más bajo grado de saber cómo son las cosas y que no puedan ser de otra manera.
Para James Lovelock somos una especie que ha iniciado la demolición de la Tierra. Creo más fructífero, desde el punto político y ecológico, recurrir a imagen del hombre que tenía un Heine o un Hegel: “Dios crea el hombre para poder tener consciencia de sí mismo” –es una frase con muchas versiones. Dios hubiera sufrido un desliz freudiano en la creación, como quien olvida el paraguas para regresar a la casa de su amigo; Dios se tiñes, en ese desliz, del “lado oscuro”: para los maniqueos Dios permite el mal para que fructifique el bien. No sólo se hace consciente a través del hombre, el hombre tiene la tarea de ser co-creador. El Tikún de la tradición cabalística se refiera a la misión “reparadora”. El hombre no habría “caído” (atrapado en un cosmos físico maligno del que intenta escapar) sino habría “saltado” a la tierra por el amor que siente hacia ella. Está la versión de la humanidad como “guardianes del cosmos” con una misión específica que olvidamos en el “salto”. Nos queda recordar dicha misión.
¿Limitar o ampliar?
La bioética,por poner un ejemplo, se basa en “contener” a la biotecnología de excesos tecno-optimistas en la medicina. No faltan reflexiones desde Karl Japers hasta Hans Jonas. ¿No sería más pertinente a través de restaurar la dignidad al ser humanos para ampliar el arte de curar? Hans-Georg Gadamer o Viktor von Weizsäcker proponían una salutogenesis, esto es, en lugar de “contener” la medicina basada la voluntad de poder, orientada a la enfermedad (la corte de Harun al Raschid, arábica), una medicina orientada a “restablecer la salud” fortalece o que Andreas Michalse llama “Curar con las fuerzas de la naturaleza” (editorial Ariel).
La transición ecológica sería una herejía que nos aparata del momento mágico de rendición. que significa la “apocalipsis climática”. La idea original de apocalipsis está conducida por la triple brecha: social (con el otro), ecológica (con la naturaleza), espiritual (con nosotros mismos); arrastrados por dos fuerzas, el ateísmo metodológico y creernos superiores a dios. Hoy incluso en la izquierda surge posthumanistas al estilo Rosi Braidotti (que anuncia un futuro trans-humanos, no a través de un cambio cultural sino gracias a prótesis tecnológicas que optimizan esa infra-dotación biológica). Defiende un puente entre en antihumanismo post-estructuralista y el trans-humanismo de esos intelectuales alucinados con los que sueñan las élites (léase aquí Homo Deus). Todo ese desvío intelectual es el precio para ¡superar el antropocentrismo! ¿No es mejor vernos como “guardianes del cosmos” que supone responsabilidades ecológicas? Recuperamos el “pecado original” entendiendo el “misterio del Gólgota“. El hombre ha sido desarraigado, del cosmos, de la historia, del saber, tras el desarraigo está esa arrogancia verdaderamente destructiva de los ecosistemas.
¿Abandonamos la filosofía moderna de la consciencia?
Jorge Riechmann define “El Siglo de la Gran Prueba” como la tarea de construir un “humanismo de la orfandad”. ¿Realmente el humanismo de la autoconsciencia es el extravío que nos ha llevado al despegue de la ilusión de fabricar un Dios mejor o, por el contrario, es esa tecno-ciencia, que reduce la auto-referencia del “Yo” a un contenido lingüístico, la que pretende dar muerte a la individualidad moderna? Jorge Riechman sigue las tesis de Ernest Tugenhat. Yo sigo la reflexiones que so su obra hizoManfred Frank arremetió contra las normas de un parque de crianza de hombre de Peter Sloterdijk. La carta sobre “humanismo”, que escribiera Heidegger, la existencia no reside en ser el “señor de los seres” sino el “pastor del ser”; por ello, dice Manfred Frank, “esta “pastoral” ontológica ahora quiere decir, debilitada por la radicalización del rechazo del humanismo, pero también, que ninguna moralidad guía normativamente al llamado del pastor para salvaguardar su verdad”. Lo opuesto sería una recaída en el humanismo domesticado; es engañoso presentar esa pastoral como bioética. “El pastor toma su posición de guardián tan verdadera que los mandamientos del ser se le envían desinteresada e irrevocablemente”.
Frank Schirrmacher hablaba de una diabólica unión de economía digital, eugenesia médica y neodarwinismo social. Descubierto el gen egoísta podemos dominar los mercados y convertir la política en un enorme mercado. Me temo que la hegemonía cultura que hoy goza esas visiones futuristas vestida de ciencia solo permite resistir. En ocasiones la mejor defensa es un buen ataque. Más que una bioética que se limita a contener el mal, restaura la imagen del hombre para dar a los desarrollos científicos que fragmenta la realidad, sin cesar, esa visión cósmica de significación. Un paisaje causa emociones que la ciencia no puede reducir a aspectos cualitativos de ondas.
No fue hasta la revolución científica, con su reducción materialista, la que trajo la idea que el hombre no es una criatura sino un creador. Dentro de esa mejora del hombre está la mejora de su dotación genética, como si fuera equiparable elegir colegio para nuestros hijos con elegir el contenido de sus genes. El “ecologismo radical” con su lema es “Esrth First!” (¡la tierra primero!).
No es ajeno al New Age. Nos acaba haciéndonos sentir tan culpable que acabamos siendo incapaces de ver nada bueno en el hombre esperando ser mejorados por los transhumanismos. La humanidad se dividirá quién en puede pagar esas mejoras y quién no. Es una idea de los “círculos escépticos” hipnotizados por las nuevas tecnologías adora como su nuevo “tesoro”. Ya no es el planeta el ser humano está en peligro de caer en manos de esos intentos de optimizar el rendimiento de un hombre infradotados por la “casual” evolución natural.
¿Por qué resulta desagradable un ministerio de transición ecológica?
Uno no acaba de ver el hilo argumental de los reproches al nombre. Reconoce la dificultad de distinguir entre Transición Energética (nombre popularizado en alemán como Energiewende) y de Transición Ecológica (que le suena más al ministro francés Nicolas Hulot nombrado por Emmanuel Macron). ¿El PSOE está siguiendo de alguna manera las políticas del país galo en este terreno?, ¿podremos comenzar a intuir que consideran la transición energética como una parte de la transición ecológica? La idea de transición energética coincide en los años 70 con la idea de reconversión ecológica de la sociedad industrial de Erhard Eppler (SPD). Coincidía con los límites de crecimiento del Club de Roma. Donde la socialdemocracia aborda la cuestión ecológica-civilizatoria surgen partidos verdes fuertes, a diferencia de lo que se supone; vemos débiles partidos verdes donde la socialdemocracia desarrollo la problemática ecológica.
Creo que el gobierno tenía la disyuntiva entre un Ministerio de Energía y Cambio Climático (con competencias de medio ambiente, desarrollo rural, agua, etc.) como hace una década tiene Reino Unido, o la formula más imaginativa puesta en práctica por Emmanuel Macron en Francia. El comiste asesor de transición ecológica de PSOE anticipa por donde irían las cosas. Quizá le hubiera faltado el atrevimiento de añadir …”y solidaridad” (porque la transición es para la solidaridad con generaciones vendieras y para la equidad territorial, social y ambiental, esa nueva formas de exclusión ecológica).
¿Frenamos o aceleramos las energías renovables?
Resulta difícil entender los reproches a ese nuevo ministerio. Lodeiro por un lado dice que “un “30% de renovables para 2030 es algo que los conocedores de la situación del declive del petróleo, como Pedro Prieto, vicepresidente de AEREN, califican de “absolutamente insuficiente”… son avances en una carrera de hormigas cuando lo que necesitamos es dar saltos de liebre para huir del incendio civilizatorio”. Pero por otro lado dice que considera que “se esconde el problema de que las llamadas energías renovables son en realidad sistemas no renovables de captación de energías renovables”, o añade que sólo estamos “cambiando únicamente unas fuentes (sucias, contaminantes) por otras (supuestamente) renovables y limpias, entorpece la comprensión profunda del verdadero alcance del cambio que necesitamos”. Se critica la falta de ambición y, a la vez, que esa ambición, oculta la perversidad.
La idea es que ecologista no confían en el cambio social, solo confían en el colapso. La transición ecológica desactivaría el potencial que tiene el colapso para provocar la “catarsis social”. Por eso mejor que no les hablen de marcos horizontes normativos, ni de cambios de leyes, las únicas leyes que les interesa son las naturales que conducen a la apocalípsis. Y se pregunta “¿por qué no se ha nombrado algún economista de esa corriente [economía ecológica] para dirigir [esa transición]?”. Mi interrogante es ¿para qué? Cuando afirma: “trasformar el sistema para que funcione con otro tipo de energía implica un descomunal consumo… sí, de energía”. Están en contra de la transición energética, están a favor de una transición hacia el colapso, las únicas energía disponibles serán las que se usaban antes de la era industrial.
Difícil que el ministerio de transición ecológica nombre un saboteador de la transición ecológica. En los años 70 se trasformaron los límites al crecimiento en límites a las energías renovables. Tengo la sensación que en lugar de leer “A Time to Choose” de David Freedman (1974) se ha leído “No time to Confuse” de Morris Albert Adelman (1975); pretendía desprestigiar las renovables con argumentos invertidos a favor. Al menos cita un manifiesto que pide “ante este agotamiento de los combustibles fósiles sólo cabe una paulatina sustitución por energías renovables”.
Con el colapso las descarbonización llega por si sola
Es facilísimo, para ellos, llegar al 30% de renovable: no hace falta instalar una sola fotovoltaica. “Un objetivo mucho más fácil de lo que aparenta, si el petróleo, que es un tercio de la energía primaria consumida en la Unión desaparece para entonces; porque el 15% de renovables, automáticamente al desaparecer el petróleo, y sin tener que instalar un solo panel solar o turbina eólica, se convierte por arte de magia matemática en el 22%…”. ¿Es una broma? ¿Es ironía?
Cuando el gobierno propone 47 GW de solar es el 27%, los cálculos me dicen que es algo más, presupone que se añade 27% de renovable sin sacar la generación convencional que hay ahora. Los números no salen. Si desaparece también el gas y carbón: entonces el 50% de renovable no requiere ni una nueva placa solar. ¿Qué tarea tendría el “economistas ecológico” del ministerio aparte de soplar la quinta trompeta del apocalipsis? “Como suelo replicar yo, también nuestros tatarabuelos vivían en un sistema 100% renovable… En el fondo de esto se esconde el problema de que las llamadas energías renovables son en realidad sistemas no renovables de captación de energías renovables”.
¿¡Paulatina!? Los coches eléctricos no sustituirán los de combustión por falta de petróleo, como los de combustión no sustituyeron carruajes por falta de caballos, simplemente una tecnología deja obsoleta la anterior. Aquí entran tecnologías disruptivas que amenazan el derrumbe del modelo fósil. Que muy pocos consumidores generen su propia energía amenaza los ingresos y viabilidad a las redes centralizadas ¿acelerando el paso a un modelo descentralizado? Por ahora la resistencia numantina. Hacer pagar el despilfarro fósil, anti-productivo y anti-económico se le llamo “impuesto al sol”. ¿Cómo estos autores ven tan claros los lobby de la agroindustria en cambio no ven más que el lobby de las renovables? ¿Solo se puede salir del capitalismo fósil entrando en una “economía de guerra” o “estado permanente de emergencia”? En fin, “la pizza capitalista de siempre con el doble de renovables, por favor”. Solo falta que llamen a las renovables como hacen los ideólogos de transgénicos y plaguicidas: la agroecología de “superstición” y los políticos que la apoyan de “chamanes”.